Alain: La autenticidad como destino

Desde sus días en Manacar hasta subirse a escenarios internacionales, Alain nos abre las puertas de su vida y su carrera. Entre recuerdos, retos y momentos que marcaron su historia, habla de lo que lo inspira, de la música que lo define y de los artistas que admira. Una entrevista sin filtros, como si estuvieras conversando con él en la terraza de su casa.

—Si tuvieras que definir el momento más duro de tu carrera, cuál sería y qué lección aprendiste?

Yo creo que el momento más difícil de todos, sinceramente, sigue siendo la separación de la familia. Es algo inevitable, una constante. Estar fuera del seno familiar, separados de los hijos, separados de la familia… en mi caso, yo salí de niño de Manacar. Nací en un campo parecido al de Trinidad y desde los nueve años estoy prácticamente separado de mi madre, de mi hogar.

—¿Con nueve años ya te fuiste solo a trabajar?

Sí, me fui a cantar a un grupo en Cienfuegos que se llamaba Cielito Lindo. Sin familia y sin nada. Desde entonces, empecé a hacer una vida profesional: horarios, ensayos, conciertos, giras… y tenía que combinarlo con la escuela primaria y secundaria. Eso se convirtió en algo incondicional ligado a mi carrera.

—¿Hubo otros momentos difíciles después?

Sí, perder a mi abuelo. Justo cuando llevaba a mi madre a España por primera vez, recibí la noticia antes de subir al escenario con Paco de Lucía. Tuve que tocar y disimularlo para no romperle el momento a mi madre. Fue una guerra emocional muy fuerte.

—Hablando de conciertos, en la rueda de prensa del disco Bingo, mencionaste que tu concierto en Carlos Marx tenía un significado especial. ¿Por qué?

Era una deuda y un reto. Teníamos todo en contra: la crisis en Cuba, problemas de producción, limitaciones… pero llegar a ese concierto y ver la interacción del público fue mágico. La respuesta fue cien por ciento recíproca, una conexión real con la gente y con mi música.

—Si tuvieras que quedarte con un disco que represente tu historia, ¿cuál sería?

El Cuento de la Buena Pipa marca mucho, pero también ADN. Es el primer disco que hice en Cuba a mi regreso y confirma que había un público esperando mi música con historias desde Cuba. Tiene raíces, barrio, ritmo, mujeres, la vida del cubano… muchas canciones fueron escritas por mi padre y mi madre.

—¿Hay alguna colaboración soñada que te gustaría lograr?

Me encantaría colaborar con Alejandro Sanz, con Benny Moré si hubiera sido posible, con Fito Páez… hay mucha gente haciendo buena música que me inspira.

—Hablando de música urbana y reparto, ¿qué opinas de este género y su impacto en Cuba?

Es un ritmo súper comercial, con patrones cubanos, raíces en la clave, guaguancó, timba y música electrónica moderna. Crea tendencias instantáneas, pero muchas veces no perdura, porque no siempre hay una historia ni un acabado artístico. El movimiento urbano cubano es positivo, pero los artistas deben buscarse un equipo profesional para trascender, como lo hacen Bad Bunny o Rosalía.

—¿Qué piensas de los talentos jóvenes que están surgiendo ahora?

Por ejemplo, Melanie tiene talento, está haciendo cosas diferentes y defendiendo bien lo que graba en vivo. Wampi ha mejorado muchísimo también. Me gusta ver que buscan crecer y superarse, y es importante que se busquen productores musicales y gente de confianza.

—¿Algún consejo para las nuevas generaciones que firman contratos discográficos?

Hay que leer la letra pequeña, preguntar lo que no entiendan y no tener miedo. Muchos jóvenes firman contratos sin saber qué pierden. Siempre fui con la verdad por delante y eso me ha protegido.

—Cuéntanos de tus nominaciones a los Grammys.

Acabo de venir de los Grammys Americanos, que todavía no han pasado, y estar nominado al Grammy Latino ya es un triunfo. Estar nominado también con el mismo disco a los Grammys Americanos es un plus enorme. Es un reconocimiento internacional que llega desde Cuba, y vivir esa experiencia con Gloria Estefan, Rubén Vlader, Nietzsche y Petro Santa Rosa ha sido increíble.

—Y proyectos nuevos, ¿qué se viene?

Estoy terminando la postproducción del concierto de Carlos Marías, voy a grabar un videoclip con Luis Enrique y también una colaboración para su disco. Esas colaboraciones alimentan mi música y me preparan para el escenario, que es siempre lo más importante.

—Si tuvieras que definirte con una palabra, ¿cuál sería?

Sincero… bueno, más que sincero, auténtico. Ser auténtico no es solo hablar con verdad, sino no traicionarte a ti mismo, a tu esencia, a tu raíz. Y eso, en el escenario artístico, es super complicado porque muchas veces lo auténtico no es lo que más vende.

Al final de la charla, Alain reflexiona sobre lo que significa ser auténtico en la música y en la vida: “Ser uno mismo, sin traicionarse, es lo más difícil y lo más valioso. Lo demás viene solo”. Entre planes, nominaciones a los Grammys y colaboraciones soñadas, deja claro que su camino sigue, con energía, pasión y mucho talento.

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